Todos en algún momento de la vida, hemos sentido un cansancio que no se quita con dormir y se prolonga por días … Pero ¿qué pasa cuándo esa sensación no se va? ¿cuándo no dura días, sino meses o años?
Ahora que lo pienso sufro de fatiga desde niña … en el colegio dormía horas, HORAS … me dormía en clase, en el descanso, en el bus de ida y de regreso del colegio. En cualquier espacio que pudiera, dormía.
En la adolescencia y juventud, podía dormir más de 14 horas un fin de semana y aún así levantarme cansada. Sentía que no importaba cuánto durmiera, el agotamiento nunca se iba.
Recuerdo con cariño a un amigo que quería ser médico. Siempre me decía en broma que debía tener una de esas enfermedades raras como las de Discovery Channel, porque no era normal dormir tanto.
Pues… amigo: tenías razón.
Desde hace unos años, el dolor crónico alteró completamente mi sueño. Ya no puedo dormir de corrido como antes. Pero sigo sintiendo el mismo cansancio. Siempre tengo que complementar mi día con una “siesta” de una hora mínimo a la hora del almuerzo para ser productiva en la tarde.
Desde hace más de un mes estoy experimentando un caso de fatiga extrema en la que actividades como comer toman toda mi energía y requieren mucho tiempo, tan solo masticar y que mi estomago procese se lleva energía. Actividades básicas como ver televisión me superan. No logro concentrarme. Me distraigo. A veces mi mente simplemente… se apaga.
No es fácil que el médico reconozca esto, piensan que estoy deprimida o que es otro síntoma de mi ansiedad, pero yo se que no es normal en mi. Y afortunadamente, mi psicóloga también lo reconoce, mi fatiga viene acompañada de apatía, y es raro que cosas que me generarían ciertas actitudes no lo hagan, y que yo solo piense en dormir o quedarme en mi cama mirando el techo porque el cansancio ni siquiera me deja dormir.
La fatiga ha venido con mareos, con migraña, con dolor neuropático y articular, con dolor niebla mental, somnolencia, apatía, sensibilidad de todos mis sentidos, nauseas; y así se pueda considerar un día normal en vida son SED yo sé diferenciar y es algo diferente.
He tenido que trabajar, y ha difícil y frustrante sacarlo adelante, he aprendido a aprovechar esos pequeños picos de energía. Le he robado fuerza a la Julieth del futuro 🦸♀️ —tomando más café del debido, trabajando de noche si la mente me lo permite— aunque sepa que al día siguiente me espera una migraña o la niebla mental va a ser más fuerte.
La frustración viene cuando no soy tan productiva como quisiera, cuando me comparo con esas personas que en redes parecen incansables. Cuando siento que me descuido de lo que más valoro —meditar, el mínimo movimiento que mi cuerpo hiperlaxo necesita, yoguear, estudiar— pero reconozco, también, que exigirme más sería injusto.
Esta fatiga me ha obligado a ejercitar la conciencia plena.
A escanearme.
A escuchar.
A ser paciente.
A bajar el ritmo.
A reconocer que aún puedo soltar más.
A respirar.
A habitar este cuerpo tal como es. Sin expectativas. Sin el afán del día a día.
Solo estar. Solo ser.
Solo convivir conmigo y mi cuerpo físico.
Me pasa 🙈